La triste defunción por COViD-19 del maestro Marcel Silva Romero ha hecho que un grupo de especialistas en tema laboral pusieran sobre el tapete el tema tan querido para él de las condiciones de trabajo en el río Magdalena y su evolución a partir de las terribles condiciones iniciales que incidían sobre los indígenas, los negros y los zambos de su curso. En este sentido, la idea a desarrollar ha pretendido tocar con alguna profundidad no exenta de matices literarios el influjo de los grandes ríos en el Derecho del Trabajo de los países por donde pasa, lo que si bien aparece con total claridad en las relaciones entre el gran río Magdalena y las costumbres y normas laborales de Colombia -por ejemplo, con la incorporación normativa del denominado contrato sindical, también puede predicarse del Mississippi para Estados Unidos, del San Lorenzo para el Canadá, o del Rin para Alemania y Países Bajos, el Danubio para Austria, Rumania y los países de su extensa cuenca, o para el Guadalquivir de los tiempos de la Colonia-. Para América Latina, no podía faltar el análisis de la influencia operada por grandes ríos como el Amazonas, el Paraguay-Paraná, el Mar del Plata, el Orinoco o hasta el Chagres en su forja del Canal de Panamá respecto de los países por donde transcurren.
El elenco de autores para un tema del que hasta ahora no existía ninguna traza de investigación ha sido difícil y sin embargo cuidadoso. Autores como Däubler, Nogler, Murgas, Villasmil, Carballo, Ojeda, Sippel o Selmi se han incorporado a autores discípulos del profesor Silva Romero como Corredor, Torres o Canosa, en la común tarea de analizar las peculiaridades de cada gran río americano o europeo. Han quedado fuera, es cierto, otros grandes ríos, como el Volga, el Níger, el Nilo o el río de las Perlas, pero creemos que como primera obra en ese tema el resultado ha sido espléndido.
Una cuidadosa y pulcra edición por la Editorial Laborum, en pasta dura y con fotografías a todo color, permite que la satisfacción por el resultado logrado haya alcanzado su máxima cota a juicio del Instituto Europeo de Relaciones Industriales, financiador del proyecto.
